Se le ha llamado “Paseo de Olla”, sin que importe que vaya gente portadora de sartén únicamente, porque se ha programado para chicharrón y carne frita. También se le ha llamado “Paseo de Sancocho”, sin que importe el programa que se acaba de mencionar, o que algunos le tengan prometido al estómago unos deliciosos platos de fríjoles con garra o pezuña.
La diversión gastronómica, acompañada de licor, baño y música grabada, era de vieja data y se hacía en forma grupal, entre amigos y familiares. No había día fijo; preferían los fines de semana y días de fiesta; pero los paseadores sólo abundaban cada veinticinco de diciembre y cada primero de enero, para el “desenguayabe” del correspondiente día anterior. Entonces sí había bastantes personas en la playa del río Tonusco, que era el escogido para los citados paseos (Agua limpia, si no ha llovido; poco caudal, mucha playa, sol pleno y leña suficiente para el fogón de tres piedras. Fincas de árboles frutales, contiguas a la playa de la ribera izquierda del río; y pie de montaña, después de la playa de la ribera derecha). El sector que más gusta es el llamado “La Garrucha”, o “La Guacamaya”. En él, principalmente bajo los árboles o metidos en toldos improvisados, hombres y mujeres se divertían de lo lindo hasta las últimas horas de la tarde.
De pronto la atención se concentró en el sábado más próximo al seis de enero, y en lo sucesivo fue ese día el clásico para la fiesta del sancocho. Cada año crece en asistencia y en competencia, desde la última década del siglo pasado. Se concede un premio al mejor sancocho; verbigracia: una nevera. Los jurados prueban el sabor de cada sancocho en concurso, atienden a otros requisitos, y toman la decisión. En los últimos lustros casi todas las fiestas del “Concurso de sancochos” han contado con el apoyo de la Alcaldía Municipal, que, entre otras colaboraciones, ha dispuesto la hechura de grandes pozos, uno para niños, y uno para adultos.
Cualquier día les dio por llevar energía eléctrica al sitio de más concentración de personas, el cual, como queda dicho, es el llamado “La Garrucha” y “La Guacamaya”, por lo que cervezas, gaseosas, refrescos, paletas y similares aumentaron las delicias de aquel “infierno” de sol, de suyo encantador. La rumba pudo saborearse, más todavía, por la multitud de paseadores, entre propios y extraños (mil, dos mil, tres mil… quién sabe cuántos). Claro, que es una rareza ver por allí a miembros de la “alta sociedad”.
Hay vigilancia policiva.
La gente se moviliza alborozada, en carros, en motocicletas y a pie. Éstos van para el “Sancocho”, aquéllos aprovechan para hacer su oficio, como acarreo de personas y mercancías, y los demás, simplemente van a fisgonear, o, como dicen: a “soperiar”; o a mirar, para ver que ven.
En la playa y en las inmediaciones, grupos musicales alegran el ánimo con sus notas bailables. Fogones que se arman, fogones que se encienden, fogones que llamean. Ollas que se ponen al fogón, ollas que hierven, ollas que se bajan. Platos, tazas, totumas y otros recipientes, humeantes de comidas que son paladeadas o engullidas. Gente que bebe. Gente que baila.
Niños que se bañan, juegan y gritan en el pozo para ellos destinado.
Jóvenes y adultos que gritan, gesticulan y bromean dentro del pozo para ellos hecho.
Ancianos que juegan a ser niños en el charco donde éstos se divierten. Ancianos que ayudan en la culinaria. Ancianos que se esfuerzan por curiosearlo todo.
Parejas que bailan en la playa, en un arenal cercano de la tarima donde actúa un buen grupo musical.
Algunos optan por acudir a los puestos de fritanga (Empanadas, papas, chorizos, etc.)
Bajo los toldos se llenan y se vacian los congeladores.
Estallidos de voladores, música, ruídos varios, voces, gritos, carcajadas…. ¡El bullicio es tremendo!.
La gente parece no cansarse: unos, van; otros, vienen. Así todo el día y las primeras horas de la noche.
Y quieren más. Desde 2.008 se les llamó también “Fiestas del Río”, y se contempló la posibilidad de que fueran sábado y domingo. Y en el 2.010 se hicieron del primero al 10 de enero, teniendo como día principal el domingo. Se les llamó: “El Festival de Verano”
¡Para ser buenas, con el sábado basta!.
Si también se realizan el domingo, también el domingo vamos p’al río.
Y, si son los primeros diez días del año, diariamente la playa se “llenará” de personas, no obstante que el río esté turbio y caudaloso.
FRANCISCO GUISAO MORENO
Miembro del Centro de Historia de la Ciudad de Antioquia