LA BARCA CAUTIVA

Por: Samuel E. Aguinaga Alcaraz

Según estudios de Don Bernardo Martínez Villa, en la Revista Antioquia Histórica Nro. 11 y 12 de Julio a Diciembre de 1974, uno de los europeos que vino a Medellín procedente de Alemania en 1835, fue Don Enrique Hausler, conocido como Míster Aila, sin ser ni míster ni aila. Este ciudadano llevó a cabo en esta capital la construcción del puente Colombia sobre el río Medellín; luego construyó el puente que comunica a Rionegro con San Antonio de Pereira; el de la quebrada Doña María en Itagüí y el viejo y famoso puente de Guayaquil, obra amenazada por un alcalde que se las tiraba de progresista y moderno. Recordemos que por aquellos tiempos, no había puente en el Paso Real, sino que el cruce del río se hacía en las llamadas balsas o canoas que rudimentariamente hacían ciertas personas expertas en el manejo de estos trabajos. Sobre el punto, sigue anotando Don Bernardo: “por concesión especial del gobierno del doctor Ospina, el Sr. Hausler fue encargado de la construcción de la barca en el río Cauca, precisamente en el punto denominado Paso Real, lugar que conduce en seguida a la ciudad de Robledo. Por tal circunstancia se trasladó a esta ciudad donde estableció su cede de operaciones con singular empeño. De una bella descripción que hizo don Eladio Gónima (Juan) el autor de “Teatro de Medellín y Vejeces”, relacionada con un viaje realizado por él a Antioquia y publicado en el número 31 de “La Miscelánea de Antioquia” el 26 de marzo de 1857, copiamos lo siguiente, referente a la barca del Paso Real: “Pasé este río en la barca que construyó para este objeto el inteligente señor Enrique Hausler, que a verdad es un beneficio inmenso para todos los que tienen que hacer la travesía de este río. El mecanismo empleado para el pasaje de la barca es sencillísimo i se reduce solamente a esto: hai un grueso cable que atraviesa el río i que está asegurado de lado i lado de fuertes pilares; de este cable pende una garrucha de metal con la cabida suficiente para que pueda correr libremente por el cable; tiene en el otro extremo que queda libre una argolla también de metal por la que pasa una cuerda delgada que puede tener veinte o veinticinco varas, la que viene a unirse o a coger la barca por la proa. Esta cuerda la lleva un hombre i va alargando o acortando según es más o menos fuerte la corriente del río. Ahora bien, el paso es pronto i facilísimo, puesto que todo consiste en un pequeño movimiento que se da al timón lo que hace que la barca ponga una parte de su costado a la corriente del río haciendo esta que la garrucha vaya rodando sobre la superficie del cable”.
“El beneficio no se reduce en mi concepto solamente al poco tiempo que se pierde aguardando paso sino que en lo sucesivo las desgracias ocasionadas por las malas calidades de las canoas, que por otra parte son poco apropósito para el río, serán, no digo menos frecuentes, sino que cesarán enteramente…”
(este escrito lo transcribí ortográficamente tal cual como está en la revista del Centro) No conozco las medidas que tenía esta barca, pero según lo dice el mismo escrito, era de tales dimensiones, que en ella pasó el Sr. Obispo Joaquín Guillermo González en 1873, cuando venía a tomar posesión de la Diócesis, con todo un séquito completo de sacerdotes y caballeros y la banda de música con su director a la cabeza, todos cómodamente sentados. Desconozco el año en que la hicieron, pero todo indica que fue a principios de la década de 1850, esto es, en 1851 o 1852 y se sabe que prestó sus servicios hasta 1894, más o menos, cuando comenzó a utilizarse el imponente Puente de Occidente, el que fue oficialmente inaugurado el 27 de diciembre de 1895, para que el Sr. Gobernador del Departamento y su comitiva estuvieran en nuestra Ciudad y disfrutaran de la Fiesta de los Diablitos el 28 de diciembre de ese año. Valga mi cuña para que mis paisanos se den cuenta que nuestra fiesta decembrina, que tantas preocupaciones me ha causado, no era cualquier cosa en otros tiempos.
Ese viejo sitio del Paso Real, concretamente el punto donde llegaba el camino que de Santafé de Antioquia conducía hasta las aguas del Cauca, tiene muchas historias. Por ejemplo, en el punto de llegada, a mano derecha bajando, había una ceiba grande. Creo que fue en la década de 1830, no recuerdo bien la historia, un importante hombre de Estado llamado Juan de Dios Aranzazu vino a la Hacienda Obregón y estuvo allí varios meses buscando una mina de oro. Durante ese tiempo hizo buena amistad con una dama de la alta sociedad santafereña llamada LEOCRICIA PARDO y, como todo, cuando menos pensó, estaba enamorado. Sin pensarlo dos veces, le propuso matrimonio, pero ella le dijo que no le aceptaba porque había hecho un juramento desde niña de vivir en soltería durante toda su vida, por amor a la Virgen o qué sé yo. Cosas de blancas, porque hasta hoy, no conozco que ninguna insinuante y seductora negra haga esta clase de promesas.

Barca Cautiva

Barca Cautiva 

Sigamos porque estoy que me reviento de ganas de salirme del tema: El hombre, muy despechado, arregló sus corotos en su baúl, que era lo único que había por aquellos tiempos, porque todavía no se usaban las maletas, y acompañado de un trabajador, a caballo, se vino de Obregón al Paso Real, donde se cogía la barca para pasar el río y seguir a Medellín; con tan buena suerte que, al llegar allí, cansado y maltratado por el fuerte calor, se acostó a la sombra de la ceiba que antes mencioné, mientras venía la barca del otro lado, y se puso a rumiar sus recuerdos de amor, se durmió y cuando despertó le dio por descomponer el nombre de su amada así: las cuatro últimas letras del apellido le dieron ARDO, la primera del mismo apellido unida a la O del nombre y la R, le dieron POR, y el resto de las del primer nombre le dieron completico CECILIA y así compuso “ARDO POR CECILIA”. Entonces se levantó e hiriendo con su machete o quién sabe con qué la corteza del árbol, escribió sobre él esa frase, y la ceiba, que con su sombra le había dado protección de los candentes rayos del sol, comenzó a llamarse la Ceiba del Anagrama. Estuvo allí plantada hasta la década de 1960. Ignoro si la tumbaron los de la familia Ruiz que fueron propietarios de esa finca durante muchos años o si debido a los barrancos que formaba el río al alejarse de la orilla de este lado, se desplomó y fue a caer al caudaloso Cauca. Dicen que ese hombre, aunque en mi diccionario Larouse editado en 1903, no figura entre los gobernantes de este país, más adelante fue Presidente de Colombia. ! Vea usted lo que nos perdimos por esta señorita ponerse a hacer votos de castidad! ¡Qué cosas tiene la vida!
Sigamos: A unos cien metros de la casa de mi amigo Roberto Flórez Acevedo, a mano izquierda bajando, se inicia un pedazo del viejo camino del Paso Real, que quedó después de la construcción de la nueva carretera que lleva de esta Ciudad al Puente José María Villa en este sector, enmalezado y abandonado por la falta de sentido de pertenencia que tanto sufrimos los vecinos de esta Ciudad del Tonusco. Por este camino que lleva al Cauca, unos 300 metros más abajo del puente, transitó gente importante y también esclavos durante la Conquista y la Colonia en viaje al centro del territorio Antioqueño o viceversa. Por aquí anduvieron Gaspar de Rodas, José Antonio Moon y Velarde, Obispos, gobernantes y todos los que vinieron o salieron de nuestra Ciudad cuando fue la capital de la Provincia durante más de 241 años. ¡Qué bueno sería recuperar este pedacito de camino que nos queda, empedrarlo, hacerle aceras a lado y lado, colocarle bustos de personajes de nuestra Ciudad al estilo de la Avenida La Playa de Medellín y arreglarlo para que la gente camine y recuerde en vivo y en directo viejas historias como la que he narrado, la del Puente de la Acequia del Llano que es parte del mismo, la de Moon y Velarde, la del Gobernador José Justo Pabón y tantas otras que se guardan en las revistas del Centro de Historia!

Bueno, me salí un poquito del tema inicial, pero ya muchos saben que este es mi defecto de fábrica y no puedo dejar de ser como soy. Vuelvo sobre el tema inicial que es la Barca Cautiva, para terminar diciendo lo siguiente: Estuve en Jericó y Jardín y en ambas ciudades hay un aparato que me parece que se llama teleférico para subir y divisar la parte urbana desde lo alto de la montaña. Por allá en un pueblo del departamento del Quindío llamado me parece que Salento, hicieron cantidad de escalas, más de doscientas para subir a ver una cañada donde dicen que crecen muy bonitas las palmas de cera, pero yo estuve allá y no vi nada, no hice más que cansarme todo. No soy visionario, pero me parece que si una empresa como Natura Ventura construyera una barca cautiva imitando la que hubo en otros tiempos, la situara frente al viejo camino del Paso Real y la dedicara al turismo, con alguien que contara la historia que dejo narrada, sería un atractivo para los visitantes, quienes cancelarían gustosos por pasar el Cauca en esta embarcación, como disfrutamos mi hijo mayor y yo cuando en un planchón pasamos el Cauca en Magangué en viaje de paseo a Mompox. Hablando con un señor de Montenegro, población del Quindío, me decía: por aquí con lo que ustedes tienen en Santafé de Antioquia, como el Puente de Occidente, las iglesias y el sector histórico, haríamos hasta para vender, porque nosotros sí sabemos sacarle plata al turismo…Ustedes no aprovechan nada de lo que tienen. Creo que tenía y tiene razón este paisa.