LOS DIABLITOS

Por: Samuel E. Aguinaga Alcaraz

LOS DIABLITOS

“Más vale nunca que tarde”, dijo don Julio Ochoa Vélez el día que prendió fuego a sus libros que tenía en manuscrito, al pensar que la hora de su definitiva partida se acercaba y que ya no era posible verlos editados. Para mí sigue siendo mejor el célebre dicho de que “más vale tarde que nunca” y por eso aquí va este comentario pensando que tiene validez. Se pasó el tiempo tan rápido, que este escrito que hice desde enero de este año (2015), se me quedó sin publicar. Hagámosle así trasnochado, de algo puede servir, aunque sea para que mi amigo Alirio Villa me critique y siga sosteniendo que yo no sé escribir. Lo que pasa es que él no entiende que, como decía Gregorio Gutiérrez González, yo no escribo en español, sino en antioqueño. Vamos al grano:

El albazo de San Andrés del 30 de noviembre, debe hacerse a pie por el centro histórico, como era antes. Me parece que no está bien que salgan unos músicos tocando en una volqueta así, así, como tan sin gracia, sin ánimo, sin entusiasmo. El albazo debe arrancar a las 4 de la mañana del atrio de la Catedral y subir por la calle del Medio, hacer descanso en el atrio de la Chinca, en la Glorieta, bajar por la calle de La Amargura, parar en el parque de Santa Bárbara tocar allí unas dos piezas y por último en la plazuela de Jesús y de aquí subir por la hermosa calle del Medio al punto de partida. En cuanto al Llano de Bolívar, se debe iniciar la costumbre de hacer otro albazo saliendo del parque de Bolívar, que es una vergüenza para muchos de nosotros, pero que como en este sector no se adelanta ninguna obra de beneficio social hace ya muchos años, es lo único que tenemos. El recorrido es fácil de acordar.

Otra inquietud: no veo bien que a nuestros jóvenes de la banda de música, profesionales en ese bello arte, se les trate como se les viene tratando, montándolos en una volqueta que no es un vehículo cómodo ni seguro, sino incómodo y peligroso, para que cumplan con su trabajo. También ellos tienen culpa en esto, porque deben ser más exigentes y no aceptar esta clase de vehículo para ejercer su profesión. Sólo falta que un día de estos les suministren una carreta donde recogen reciclaje o una chatarra de carro, de esos que tanto abundan en nuestra ciudad para que salgan tocando el albazo.

Lo otro que quiero comentar es lo de la tirada de maicena el 22 de diciembre: Se trata de que los organizadores de la apertura de fiestas, adviertan a los jóvenes que esperan este día con ansiedad para arrojarse maicena, que deben ir en la parte de atrás, o sea, que las carrosas y comparsas avancen con sus acompañantes tranquilos, y ya detrás de la última, sigan los que les agrada esta diversión. Creo que con esta iniciativa, podemos mejorar, en buena parte, el esperado desfile del 22 de diciembre. Es cuestión de orden.

Sobre los disfrazados del 29 de diciembre del 2014, quiero informar que compraron el ficho 176 Diablitos y que estos fueron los que participaron en las rifas que se hicieron, algunas de $ 100.000 y otras de $ 50.000. Yo quería que se hicieran innovaciones a nuestra gran fiesta, porque veníamos haciendo lo mismo desde años atrás y esto llegó el día menos pensado. Ocurrió que el Secretario de Educación, William Toro Panesso, resultó con esta iniciativa de hacer varias rifas a los Diablitos y después de acordar la forma en que se harían, el mismo funcionario se dio a la tarea de conseguir los dineros. No obstante que anuncié en Ondas del Tonusco que se iban a realizar rifas entre los que compraran el ficho, muchos no lo adquirieron porque llegaron cuando el desfile iba en marcha o simplemente porque no quisieron. De todas maneras esto fue un éxito y debe continuar haciéndose hasta cuando se cambie por algo mejor. Debo expresar mis agradecimientos al Sr. William Toro Panesso por haber hecho esta mejora a las fiestas de los Diablitos con lo cual todos ganamos, y presentarle excusas por haber sido yo tan ofuscado cuando tratábamos estos temas; recuerdo que me veía que iba para su oficina y se escondía porque me volví insoportable, pero él bien sabe que los años no vienen solos y que todo lo hago pensando en que mi Ciudad tenga lo mejor. Ojalá este joven siga con esa tolerancia y paciencia, virtudes que seguramente le traerán muchos éxitos.

En cuanto al desfile de los niños del 30 de diciembre, siguen aumentando. En este 2014 se les dio refrigerio a todos y también se les hizo rifas. Salieron 120 y creo que este año aumentarán. Debo insistir a los padres de familia en el sentido de que deben conseguir con tiempo el disfraz para sus niños, porque debemos acostumbrarlos a que salgan bien presentados, no como ha ocurrido que a última hora corren a ponerles cualquier trapo en la cara o la cabeza. Si exigimos buena presentación, nuestros niños y jóvenes seguirán con esta costumbre por mucho tiempo, pero si dejamos que se presenten de cualquier manera, iremos en decadencia. Recordemos el dicho: hombre bien presentado es hombre bien aceptado. En una oportunidad iban a salir en el desfile tres jóvenes que no eran de aquí, muy mal vestidos, casi que desnudos y yo les dije que esa no era la manera de participar en nuestra fiesta, que por favor se retiraran del desfile a la mayor brevedad posible y así lo hicieron. Creo que hace mucha falta fomentar el orgullo personal, pero mejor no hablemos más de esto, porque lo que dejo anotado es suficiente.

En Medellín, una señora que estaba en la Notaría 16, sin saber quien era yo, comentaba en el mes de febrero del año 2009 que había estado en las fiestas de Los Diablitos de Santafé de Antioquia y que le había causado mucha admiración la impecable presentación de los participantes. Esto me hizo sentir muy bien y claro, me di mi champucito diciéndole que yo era el organizador de esa fiesta y hasta le narré algo de su historia. En un principio notaba que no me creía mucho, pero cuando le comenté algunos detalles, no tuvo otra alternativa que aceptar lo que le decía y ya vinieron las felicitaciones. Yo mismo me daba palmaditas en el hombro.
Otra cosita:
Los primeros diablitos salieron por allá en 1598, más o menos. Salían a las 3 de la mañana a caballo de las playas del Tonusco y se pasaban el día disfrazados cabalgando por toda la Ciudad. ¡Pobres caballos! En mis tiempos de niño salían de los matorrales del Llano de Bolívar a las cuatro de la mañana y lo principal de todo era que no los conocieran. Bailaban, tomaban, jugaban dados o cartas, en grupos de cuatro o cinco disfrazados. Esos grupos se llamaban La Caravana, nombre que se da por allá en el Asia al grupo de viajeros que se organiza para atravesar el desierto en viajes que duran cuarenta o más días, según mi viejo diccionario editado en 1903.

Sobre la palabra CARAVANA contaré algo que ocurrió a principios del siglo pasado, aunque sé que vendrán reclamos de familiares de los personajes que menciono. Son muy conocidos, mayores de 90 años y aún viven. Aquí va:
Eran unos niños Manuel y Macario Montoya cuando vinieron de Sucre u Olaya a vivir a esta Ciudad con sus padres. Se instaló la familia en una casita de techo de iraca situada en el callejón de la Alcantarilla o de Cascajo, un poco antes de salir a la Carretera Vieja. El 28 de diciembre de ese año en que llegaron, salió un grupo de disfrazados a caballo como de cinco o seis diablitos a recorrer calles y callejones. Estos grupos eran llamados “LA CARAVANA”, nombre que al parecer puso el iniciador de esta costumbre. Ese grupo de diablitos subió por el mencionado callejón, y en la mediopuerta de alambre de púas y broche que servía de seguridad a la vivienda estaban los dos niñitos menores de diez años, descalzos, sin camisa y con sus pantalones cortos y anchos sostenidos por una tira de cargadera que cruzaba por la espaldita y cuello de cada uno, casi cayendo al piso de la calle donde había inmensa piedra negra y roñosa en la que se raspaban las uñas de sus manitos de tiempo en tiempo. Cuando los niños vieron el grupo de disfrazados que se acercaba, uno de ellos gritó: ¡Mama (no mamá con tilde) allá vienen los Caravanos…! Uno de los integrantes del grupo, que según Macario se llamaba Remigio Benítez, le pareció muy rara esta palabra, porque siempre se mencionaba era CARAVANA. En fin, el grupo siguió dando vueltas por la Ciudad y cuando volvieron a pasar por el citado callejón y vieron los dos niños allí paraditos, ese diablito que había escuchado la extraña palabra dijo: ¡Vean LOS CARAVANOS! y así se quedaron Manuel y Macario Montoya: LOS CARAVANOS. Todo lo anterior me lo contó hace varios años Macario en el restaurante El Pielroja.

Diablito para nosotros es negrito travieso. Por eso el diablito tiene su gritico, su brinquito y baila con mucho orgullo y elegancia. No se debe disfrazar para emborracharse. Si quiere tomar hasta embriagarse déjelo para otro día. Una persona se disfraza para disfrutar, para gozarse a los demás. Desde luego que se puede refrescar con un poco de licor, pero sin llegar a la fuerte borrachera. Dejemos aquí porque de los Diablitos hay mucho para comentar.

LOS DIABLITOS DE SANTAFÉ DE ANTIOQUIA

Exposición que hizo el Sr. Samuel Aguinaga A. en el foro realizado el 21 de diciembre del 2013 en el Museo Juan del Corral de Santafé de Antioquia.
Hago esta exposición a título personal, esto es, que en nada compromete al Centro de Historia de esta Ciudad, entidad a la que pertenezco desde hace varios años.
Nadie sabe exactamente en qué año, por quién ni por qué razón se iniciaron los llamados Diablitos en nuestra Ciudad. Se ha dicho que a finales del Siglo XVI, concretamente entre 1570 y 1580, se iniciaron en esta Ciudad de Antioquia unas fiestas decembrinas que se hacían a continuación de las de la Inmaculada Concepción que terminaban el 15 de diciembre y se prolongaban hasta el 31 del mismo mes. Igualmente, se tiene información en el sentido de que comprendían toros, bailes, riñas de gallos, carreras de caballos, juegos de azar y otras diversiones, pero no se menciona que participaran disfrazados con el nombre de Diablitos.
Sobre los disfrazados de diablitos, luego de leer un poco el libro “Antioquia bajo los Austrias”, me permito exponer la siguiente teoría:
Retrocedamos a 1540 para decir que en ese año nació en Lisboa (Portugal) Damián de Silva, de noble linaje, pariente de otro noble llamado Ruy Gómez de Silva, la persona a quien más quería Felipe II, hijo del Emperador Carlos V, quien fue Rey de España. Dice el libro que vengo comentando, “que después de su padre, Ruy Gómez de Silva era la persona que tenía sobre el príncipe una influencia quieta; que penetraba por el punto de menor resistencia aprovechando la única y gran confianza de Felipe; que como siempre estaba con Don Felipe en todas partes y que cuando aquel después de enviudar fue enviado a Bruselas por el Emperador, salían ENMASCARADOS a divertirse junto con el duque de Saboya…”
Coincide lo anterior con el hecho de que desde 1459 se celebran en Bruselas (Bélgica) las fiestas de la cerveza y en ellas se disfraza la gente a caballo.
También dice que Damián de Silva vivió en la Corte de Portugal y que más adelante fue muy estimado en la Corte de España donde era tenido por hombre noble de su patria por la señora Leonor Mascareñas, camarera de la Emperatriz Isabel.
En 1573 casó en la Ciudad de Tunja con la señora Juana Taborda, quien hacía poco tiempo había llegado de Santafé de Antioquia a residir a dicha Ciudad con sus tres hijos y su esposo Fernando de Zafra Centeno, quien fallecio a los pocos días de haber llegado. Luego del matrimonio con el señor de Silva, su tercer esposo, regresó la señora Taborda con su cónyuge e hijos a Santafé de Antioquia donde tenía inmensa fortuna. El señor Damián de Silva no poseía bienes, pero tuvo que encarar muchos pleitos y sufrir destierros y encarcelamientos por defender los de su esposa, que algunos querían arrebatarlos y también por su manera de ser, digamos que muy travieso, intrépido y que no le temía a nada.

Encontramos, entonces, en la página 154 del libro citado, que el Señor de Silva estuvo en la cárcel de Bogotá, entre otras, desde agosto de 1595 hasta junio de 1596, cuando salió a cumplir la sentencia que lo condenó a 5 años de destierro de la Corte, es decir de Bogotá, con cinco leguas a la redonda, pena que se le conmutó para pagarla en la ciudad de Santafé de Antioquia, a la misma distancia y por el mismo tiempo, como quien dice cuatro años de destierro que le faltaban.
Don Damián salió de Bogotá para Santafé de Antioquia el 8 de agosto de 1596 a cumplir la sentencia impuesta; así que terminaría de pagar el 8 de agosto de 1600.
A continuación transcribo la página 155 del citado libro: “De Mariquita se regresó Silva a la ciudad de Santafé de Antioquia, pero cuidándose muy bien de aparentar no entrar en ella para cumplir con lo ordenado por la Real Audiencia, por lo que se aposentó en una casilla o rancho de los indios de su encomienda a la orilla del río Tonusco, a 200 pasos de las casas de la ciudad”. Sin embargo, según parece, quebrantaba el destierro permanentemente, al decir de Alonso de Rodas “haciendo banquetes y paseando en la plaza y calles, públicamente asistiendo en los toros y fiestas que en aquella ciudad hubo en aquella sazón”.

Como podemos ver, hasta este año 1597, no se mencionan en las fiestas decembrinas disfrazados; informando sí, que don Damián estuvo en las fiestas de ese año, aunque estaba sufriendo pena de destierro.
TENEMOS LO SIGUIENTE: A los negros e indios que había en la Ciudad en aquellos tiempos no les era permitido participar en las fiestas. Los españoles y criollos no tenían necesidad de disfrazarse porque no eran objeto de problemas con la autoridad y, muy posiblemente, ni siquiera conocían de esta clase de diversión. El que no podía mostrarse mucho porque estaba pagando condena de destierro era Don Damián de Silva, amigo de la alegría y el regocijo, quien seguramente por comentarios que le hiciera su familiar Ruy Díaz de Silva sabía de la diversión a caballo con máscaras por lo que no es extraño que para participar a escondidas haya recurrido a esa práctica y también para burlarse de los integrantes de la autoridad con los que sí tenía problemas. Muy posiblemente comenzó a disfrazarse a caballo con varios de sus amigos en 1598, por lo que en ese año, pienso yo, que nacieron los disfrazados con sus máscaras, capirotes, capas, alpargatas y demás atuendos cubriendo su cuerpo para que nadie los conociera. Esto era lo importante: que por ningún descuido los conocieran. En cuanto al nombre de Diablitos, es posible que lo hayan usado los primeros disfrazados dándole el significado de Negrito Travieso. Don Damián se había criado en la Corte de Portugal y estaba acostumbrado al buen vivir, además, sabía de la diversión con máscaras y disponía de dinero, caballos y toda clase de bienes de fortuna de su esposa, era orgulloso y no iba a salir mal presentado. Esta novedad de disfrazados, muy posiblemente continuó durante los años siguientes en que estaba pagando su pena de destierro y al cumplir ese tiempo, ya los disfrazados eran parte de las fiestas decembrinas, por lo que continuaron saliendo el 28 de diciembre, día de los santos inocentes; fueron tan impactantes, que las fiestas decembrinas pasaron a llamarse, y aún se llaman, Fiesta de los Diablitos, y con este nombre fueron oficializadas en 1653 por el Regidor Don Manuel de Benavides y Ayala. Las cosas importantes las hacen hombres importantes. Los disfrazados a pie vinieron después de la libertad de los esclavos, valga decir, pasado el año de 1852, cuando a los negros y esclavos se les reconoció la libertad y algunos tímidos derechos; pero como la pobreza económica de esta clase social se acentuó más al quedar sin la protección de un amo rico, escogieron el 29 de diciembre para disfrazarse a pie; algunos aprendieron a hacer sus máscaras de papel y usaban la tela más barata: satín, que es la misma con la que visten a los apóstoles. Perdón… Me van a salir linchando por estar anotando cosas que no debería decir.

Me contó Luis Eduardo Marín (alias Guao) que ya pasados muchos años de la libertad de los esclavos, durante el tiempo en que construían el Puente de Occidente, entre 1888 y 1895, muchos niños del caserío Goyás se venían por la mañana a ver trabajar en la construcción de esa obra, procurando al máximo que los trabajadores no los vieran porque andaban desnudos. Ni sigamos… siempre me desvié del tema.
En cuanto a la palabra Diablito debe dársele el significado de negrito travieso y muy posiblemente comenzó a mencionarse desde la salida de los primeros disfrazados. Efectivamente, para el caso de los diablitos, nadie más travieso en su tiempo que Don Damián de Silva, quien era hombre andariego, festivo, buena vida, jugador, mujeriego, y que mantenía impacientes a las autoridades con sus pleitos y denuncias que casi siempre les ganaba; personaje que había venido de España y allá fue a morir en 1608.
Lo que dejo expuesto es un conjunto de hechos coincidentes que me llevan a deducir algo que no está históricamente registrado en ningún libro o anotación oficial. Queda así planteada la hipótesis o teoría que presento sobre la aparición de Los Diablitos en nuestra Ciudad en el año 1598.
Nuestras fiestas han tenido muchas innovaciones, por ejemplo, hasta el año 1973 no había desfile de apertura el 22 de diciembre. Simplemente se iniciaban las fiestas con los toros que se hacían ese día; pero en 1974, si mal no estoy, un alcalde llamado Baldomero, no recuerdo su apellido, mandó a hacer un bohío en Dabeiba y, precisamente, con ese bohío como figura principal, el 22 de diciembre de ese año se hizo el primer desfile de la Glorieta al Parque y ahí se comenzó con los desfiles de esta fecha, ya con figuras autóctonas o propias de los barrios de la ciudad. Después se le agregó la tirada de maicena y todas las demás cosas que hoy se conocen.
FINAL
Los Diablitos han contado con suerte y siempre han tenido el apoyo de las Administraciones Municipales, salvo pequeños inconvenientes de los que no quiero acordarme, como la vez que me dejaron sin música y tuve que salir a molestar algunos amigos para que me ayudaran a costear la banda y la otra cuando bajaban al conjunto de Reinaldo Varela de la tarima y nos quedábamos sin remate de la fiesta. Afortunadamente ya todo pasó, pero puede ocurrir que en un futuro se presenten problemas para salir por nuestras calles y entonces tendremos que irnos a Tonusco, la Ciudad Onírica, Ciudad de la nueva raza: Los Diablitos, donde las mujeres están siempre listas para rumbiar y los hombres sin ganas de trabajar, según la mente calenturienta de Plinio Brand Ibarra, lo que será bien expuesto en el libro de Plinio que publicará próximamente el periodista Juan Carlos Sepúlveda Sepúlveda. Dejemos así. ¡Volveré¡ como dijo MacArthur, no sé escribir este nombre porque tampoco escribo en inglés, sino en Antioqueño.